Nick Warren - Turbulence (2LP) [The Soundgarden]

Formato: 2x12" en funda gatefold.

Enfoque, integridad y sustancia, todo ello aliado a una ética de trabajo implacable y a ese toque esencial (aunque indefinible) de polvo mágico, han mantenido a Nick Warren en la cima de la música electrónica durante casi cuarenta años.

En ese lapso, Nick ha sido DJ de gira de Massive Attack, residente en Cream, habitual en Glastonbury y el exportador más exitoso del Reino Unido hacia Argentina (en gran parte gracias a su marca de giras The Soundgarden). Como la mitad de Way Out West, ha contribuido a escribir (y reescribir) el manual de los actos electrónicos orientados al club, alcanzando una verdadera longevidad sin compromisos. Ha curado más de una docena de compilaciones esenciales – un pilar de la serie Global Underground, cuya influencia sigue siendo decisiva hasta hoy, un DJ solicitado por marcas clave como Renaissance y Balance, y el primer DJ en ser confiado con la creación de un modelo para la ya icónica serie Back to Mine.

Es, sin duda, un currículum envidiable, una carrera con la que muchos solo pueden soñar. Pero Nick llevaba mucho tiempo con una inquietud pendiente. Inspirado desde joven por los discos de Jean-Michel Jarre y Tangerine Dream de su padre, madurando con sellos experimentales como 4AD y Factory, con raíces profundas en la escena dub de su natal Bristol, coleccionista de exotica y de bandas sonoras de cine poco comunes… todo ese conocimiento y pasión pedían a gritos ser canalizados en un álbum en solitario de Warren.

Todo esto nos lleva a Turbulence, el álbum que define su carrera. El mundo, sin duda, atraviesa tiempos turbulentos mientras Nick se dispone a presentar su obra maestra, pero la turbulencia musical que aquí se despliega parece tomar su inspiración de otras interpretaciones de la palabra: turbulencia como una sensación de intensidad elevada, turbulencia marcada por un aire de imprevisibilidad.

Turbulence es una ventana al alma musical de Nick y a la infinidad de estilos e influencias que habitan en ella, dosificados en un crisol melódico que da lugar a un caldo sonoro único. Los tempos y estilos se alternan y entrelazan con naturalidad, el ánimo sube y baja como en los mejores DJ sets, y el recorrido, desde la etérea apertura con Loveland hasta el bellísimo cierre con Sadly (junto a Tripswitch, una de varias colaboraciones destacables), exhibe a un artista en la cima de su talento, con un entendimiento profundo del concepto de álbum.

Todos necesitamos un poco de turbulencia.